Aviso importante:
Estudiantes de la LOGSE y demás fauna abstenerse de la lectura de este comentario. El que avisa no es traidor, vean ustedes: comentario de una obra de un autor inglés del 1667... ufff, tela, la LOGSE no lo soportaría, y usted tampoco.
Vamos a ello:
Imaginemos la cuestión, cae en nuestras manos El Paraiso Perdido de John Milton, y cito la contraportada de mi edición: "una obra maestra de la literatura". Empezamos fino. Como primera idea acude a la cabeza aquella mesa que cojea y parece que el libro en cuestión es del tamaño perfecto para corregir ese fallo.
Sobrepuestos a tal comienzo continuamos leyendo la contraportada (desconfío de cualquier humano que se lance a leer un libro sin al menos cumplir con uno de estos requisitos:
a)Tener una recomendación favorable de algún conocido
b)Tener una crítica demoledora cualquier otro conocido
c) Haberse leído las contraportadas para cumplir con el trámite de "veamos de que coño va". )
Descubrimos que nos enfrentamos a un "poema épico"... uyyyy, la mesa que cojea-la mesa que cojea....
Seguimos "En sus doce cantos narra la historia de la caída de Adán en un contexto de drama cósmico" Fin de la contraportada y del libro. Uno tiene un status que mantener. Pero al final en la intimidad y negándolo hasta delante de nuestro abogado... pues vamos a ello... y entonces la sorpresa.
Una obra maravillosa, escrita con un gusto y vocabulario impecable y con una tensión pese aquello de ser una historia con un final conocido que ya querrían para si los jodidos guionistas de Hollywood (si es que yo nací para escribir críticas literarias rápidas en cualquier medio de masas) Simplemente atrapa.
Dejando al margen zarandajas de periódico de medio pelo me centraré en las cuestiones que más me han llamado la atención (por aquello de que esto es una bitácora personal digo yo)
-1- Acción en estado puro. Las batallas son apasionantes. Cuando uno espera encontrarse con disquisiciones sobre el bien y el mal (vea el punto -2- de mis opiniones acerca del papel que adopta Milton) nos encontramos con luchas antológicas, ejércitos con hermosas corazas, lanzas como árboles, maquinaria bélica (ver punto -3-) , enfrentamientos cuerpo a cuerpo y el suspense del "arma secreta" de Dios (en punto -4-)
Por favor fervientes seguidores de El Señor de los Anillos y su colección de elfos afeminados, enanos cansinos, y bichos varios dejen a un lado su escepticismo.
-2- Por más que toda su educación (si es que la tiene) le predisponga a aceptar como buenos a los ángeles y su cheerleader Dios y a los demonios como malos, usted no podrá evitar ponerse en el papel de los demonios. Les cito: (contexto: en el infierno, en el momento inmediatamente posterior a la caída)
"Mostrarse débil, en actos lo mismo que en sufrimientos, es cosa despreciable. Puedes estar seguro de esto: jamás será misión nuestra obrar el bien; en cambio, tendremos como deleite causar el mal, por lo mismo que es contrario a la voluntad de Aquel a quien resistimos"
Con dos cojones, vapuleados, desterrados y vencidos. Pero con dos cojones. (La estética de los perdedores y el porque nos atrae tan poderosamente es un tema en el que me extenderé en otra ocasión)
-3- Olvide usted los prejuicios estúpidos de la educación judeo-cristiana-católica, no nos encontramos con bichejos rojos con cuernos y rabo. Son príncipes. Y como muestra un botón, veamos la belleza que plasma Milton "Colgábale detrás el pesado escudo, templado en las regiones etéreas, macizo, grande y redondo: su ancha circunferencia caíale por las espaldas como la luna cuya órbita estudia el artista toscano a través de cristales ópticos desde la cumbre del Fiésole, o en el Valdarno, afanado por descubrir nuevas tierras, ríos y montañas en su manchado globo. "
-4- Por supuesto al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. No es este el Dios del Nuevo Testamento, pusilánime y blandengue. Éste se las gasta de peores humos. Además a poco que usted sea algo perspicaz se dará cuenta de que Nostradamus era un aficionado. Milton le pone a Dios entre manos un rayo del poder que guarda unos paralelismos deliciosos con cualquier bomba atómica actual. En concreto la gracia de los paralelismos son las quejas de los demonios cual nación tercermundista actual suspirando por una bomba atómica con la que explicarle al vecino las ventajas de su política exterior. Política actual en estado puro.
-4- Los hombres son simplemente lelos. Pero para eso les remito al pasaje de la expulsión del paraiso de la Biblia, eso si, Milton lo narra mucho más ameno y centrándose en los detalles, como una buena portera de vecindario.
En definitiva la obra es trepidante. Como lo oye. Y si se está preguntando a que viene el título que encabeza esta noticia le explico. No he podido evitar recordar la película que desde luego no pienso ir a ver de Mel Gibson, La Pasión de Cristo. Señores, si esa película pega un pelotazo imagínense la que se podría liar con El Paraiso Perdido, Iglesia Católica mediante, unos buenos efectos especiales y una publicidad que enganche a los descerebrados y curiosos que adoran El Señor de los Anillos... si al final viene todo a ser lo mismo, la cuestión es una buena publicidad, algo de polémica y lo de menos el metraje en si mismo, mejor sustituirlo por camisetas, tazas de desayuno, calendarios, bolígrafos y juegos de rol con la trama de la película.
Un pelotazo que se lo digo yo, además de poder envolverlo con un barniz de culturilla.